Una noche sólo para ellos

Se esperaba que Francia se afianzase un poco más ante las dudas que ha generado desde el primer día. De sus tres acompañantes de grupo, le tocaba enfrentarse al de más nivel. Por su parte Suiza, con la que quizá sea su mejor generación de jugadores talentosos, debía dar un paso adelante para demostrar a todos, pero especialmente a sí misma, que saben y pueden competir ante cualquier adversario. El 0-0 fue un tanto soso, dejando para el recuerdo los remates a los postes de Pogba y Payet, así como la buena actuación de Sommer junto al montón de camisetas rotas de los helvéticos. 

Nadie, salvo quizá los aficionados presentes en el Lille Métropole, recordarán el duelo entre los anfitriones y sus vecinos centroeuropeos. Todo lo contrario sucederá respecto al envite que tuvo lugar en el Stade de Lyon. Allí se enfrentaban Rumanía, que había mostrado un buen tono en sus dos partidos anteriores, y Albania, que sorprendentemente tuvo opciones hasta el final cuando encaró tanto a Suiza como a Francia. Entonces les pesó la inexperiencia, los nervios les traicionaron para definir ante el portero, una figura, la del guardameta, que les sumió en la tristeza al poco de comenzar el día de su debut.

Pero aún podían redimirse. Tras décadas de ostracismo primero ante el poderío yugoslavo, luego ante los diversos repuntes de Croacia, Serbia, Eslovenia e incluso Bosnia, los albanos quedaban claramente como la peor selección balcánica. Hasta Macedonia y Montenegro han tenido sus momentos. Albania no, nunca hasta la machada hace dos años cuando se impuso 0-1 a Portugal. Por más que los lusos tengan problemas crónicos de cara al gol, no dejaba de ser una sorpresa. Ahí comenzó un camino tan ilusionante como tortuoso que dio con ellos en la clasificación para el primer torneo grande de selecciones en su historia.

Hasta anoche, cuando tras las derrotas ante Suiza (1-0) y Francia (2-0), ellos soñaban con despedirse a lo grande. Un gol que celebrar, un punto que recordar, una alegría que evocar. Algo merecían, por ello pelearon cada balón como si fuera el último. La falta de calidad la paliaban con orden e ilusión, rascando tobillos, corriendo por cada pelota con desesperación. Ello llevó al momento culmen poco antes del descanso. Un balón colgado desde el sector derecho por Memushaj llegó a la cabeza de Armando Sadiku, que introdujo el balón en la portería. El error de Tatarusanu quedará como anecdótico para ellos (no tanto para los rumanos), aunque fue imprescindible para que llegase el tanto.


Las emociones se desbordaron en la grada desde ese momento. Rumanía, que puso en serios aprietos tanto a suizos como a franceses, no encontraba el modo de penetrar en la ordenada zaga albanesa. Los hombres de De Biasi se iban a dejar la vida para no encajar gol. Así fue finalmente, logrando de este modo una victoria que ya es histórica al tratarse del mayor hito jamás logrado por su fútbol. La hinchada de Albania se encuentra exultante tras lo vivido anoche. Su gran premio ha sido poder vivir junto a los suyos algo impensable hasta hace muy poco tiempo. No sólo se clasificaron: han competido cada encuentro. Lo más grande es que el triunfo podría tener un premio escondido. Pero si han pasado a octavos o no dependerá de lo que suceda en el resto de grupos. Les toca esperar hasta el miércoles. Tras décadas anhelando estar aquí, ¿qué más da otro par de días?

1 comentario:

Anónimo dijo...

albania sorprendiendo a muchos