¡Qué bonito!


¿Por qué no serán todos los partidos como un derbi? ¿Quizá por no tocar el corazón de jugador e hinchada, picado en su orgullo por la supremacía local o regional? Si todos los partidos del mundo fueran derbis este deporte sería aún más bello si cabe. ¿Quién no recuerda algunos Betis-Sevilla impresionantes, o Borussia Dortmund-Schalke 04 magníficos, algún Emelec-Barcelona para la historia o un inigualable Racing-Independiente? Pues el Sampdoria-Genoa de hoy, el derby della lanterna, se encuentra en ése olimpo de grandísimos choques jugados a cara de perro contra el enemigo íntimo de toda la vida.

Si el fútbol de por sí tiene un alto componente del factor incertidumbre, un derbi aumenta exponencialmente tal contingencia. ¿Quién sería capaz de predecir su resultado? Así de difícil se hacía pronosticar hoy el choque genovés, trasladado a la tarde del martes por las fuertes lluvias que imposibilitaron el normal desarrollo del juego durante el fin de semana. Con ambos equipos igualados en la tabla, pugnando por primera vez juntos por Europa tras muchas campañas de mediocridad (e incluso bastantes sinsabores a modo de descenso) el derbi ha mostrado hoy su mejor cara en años. 

Un derbi desprender un aura especial, casi no importa ni la clasificación ni la competición ni todo lo anterior, tan solo batir al que tienes enfrente. Por eso ya desde el silbatazo inicial las dos escuadras salieron a darlo todo, con una primera ocasión para el Genoa en los compases iniciales. Precisamente serían los Rossoblu los que se adelantarían en el marcador tras una gran jugada trenzada en la frontal del área que aceleró tras un pase profundo de Perotti a Niang, que asistió con precisión para que Iago Falqué anotase el 0-1.

Sin embargo poco les duró la alegría. Prácticamente un minuto más tarde Eder aprovechó un error garrafal de la zaga adversaria para plantarse mano a mano ante Mattia Perin, al que superó con un disparo cruzado por raso. Parecía que se había abierto la veda con las primeras alegrías de la tarde, puesto que Okaka tuvo en sus botas completar la vuelta del electrónico. Tanto Mihajlovic como Gasperini mantuvieron la apuesta ofensiva en un primer tiempo precioso al que tan solo le faltaron más goles.

Tras el paso por vestuarios los equipos siguieron demostrando el hambre por la victoria pero la intensidad dejó paso a un fútbol un poco más cauteloso. No es que no quisieran ganar, es que preferían hacerlo arriesgando poco, sabiendo que mantendrían intacta la honra de no caer ante un rival ciudadano que se mofaría y lo superaría en la Serie A. O al menos esa fue la impresión que desprendía el envite cuando a los 72' de juego saltó al césped el punta colombiano Luis Muriel por Soriano, cambio eminentemente ofensivo de Mihajlovic. Un poco más tarde fue Gasperini el que movió sus piezas para dar entrada a Borriello por un Niang muy activo pero poco acertado. Hasta Samuel Eto'o tuvo un ratito al final, aunque su aporte fue menor.

No obstante el marcador ya no se movería hasta el final (Pedro Obiang erró una clara ocasión para la Samp en el 86 y entre el larguero y Viviano privaron a Kucka de la victoria para el Genoa), dejando un poso agridulce en el Luigi Ferraris pues ambos pudieron vencer aunque quizá la Sampdoria se marche un poco más contenta ya que no solo no llegaba en buena racha (con esta suman 5 jornadas sin ganar) sino que puede presumir de haber derrotado al Genoa en la primera vuelta sin que estos hayan podido replicarles en el presente curso. Consuelo menor pero siempre importante en estas rivalidades. Lo único seguro es que ha sido un partido maravilloso. ¡Qué bonito!

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