Cuatro citas europeas

A menudo nos quedamos en lo brillante, que muchas veces es más superficial. Rascando un poco en la superficie de la burbuja europea en la que nos sumen los tremendos Real Madrid, Chelsea, Bayern Múnich y compañía, descubrimos que hay mundo más allá de ellos. Muchos campeones, viejas glorias buscando reverdecer laureles con su orgullo intacto, estadios en parte obsoletos en parte encantadores por conservar su sabor del siglo pasado. Y una pasión desbordante. 

El primero de estos duelos llegó a comienzos de la tarde europea. En Berna el aspirante Young Boys recibía en su feudo al Basel, absoluto dominador helvético del reciente lustro. Los locales llegaban de encajar un duro 1-4 en UEL ante el Everton mientras su rival, ya habituado a grandes batallas continentales (muchas veces ganador y matagigantes), empataba contra el Oporto. Una victoria, además, hubiera permitido a los azulgranas encaminar su sexta corona nacional consecutiva.

Pero en un Stade de Suisse extrañamente vacío (la afición capitalina es habitualmente animosa y ruidosa), una inesperada actuación del aurinegro Alexander Gerndt cimentó la gran victoria de los suyos gracias a dos tantos. El resultado de 4-2 para el Young Boys reabre una liga suiza que hace pocos días, con el Basel 10 puntos por encima, parecía acabada. Ahora la diferencia se ha reducido a la mitad, pero mientras unos se han acostumbrado a la gloria los otros no alzan el cetro nacional desde 1986.


Toca trasladarse al Este continental, con dos epicentros en los Cárpatos y el mar Egeo. En Bucarest se vivió un derby desigual pero con un desarrollo totalmente inesperado. El Steaua, vigente bicampeón, recibía en casa a un Rapid que pasa por un mal momento institucional e incluso peor en lo deportivo. Tercer mejor club rumano más importante de la historia, actualmente pugnan por no descender de categoría, tal como les sucediera en los fatídicos 70. La reestructuración de la Liga I para el curso venidero implica que esta campaña descenderán seis equipos de los dieciocho actuales (suben dos). ¿Qué puesto ocupa el Rapid? Hasta ayer era penúltimo a siete puntos de la salvación. 

Y repetimos hasta ayer, porque lograron sobreponerse a las circunstancias, a un equipo objetivamente muy superior, a jugar en territorio hostil, para lograr un triunfo que puede resultar vital en sus aspiraciones de mantener la categoría. El 0-1 obra del checo Marcel Gecov pasa a los anales de los grandes duelos de Bucarest, que dejaron un sabor amargo en el líder pero revivieron las esperanzas de su golpeado aunque aún vivo adversario.

Siguiendo por aquella zona pero un poco más al sur, Atenas vibró con el gran clásico griego. El vigente campeón (prácticamente como siempre, pues han ganado 16/18 últimas ligas) visitaba a un Panathinaikos que tras vivir tiempos oscuros parece renacer poco a poco. Y vaya si lo está consiguiendo. Cuando nadie contaba con ellos a principios del campeonato, cuando el PAOK Salónica parecía que se escapaba en lo alto mientras ellos buscaban su propia identidad y Olympiakos bailaba con Juventus y Atlético, parecen haber regresado.

El Apóstolos Nikolaidis fue una olla a presión que recordó a las mejores noches de los capitalinos, esas tan bonitas pero lejanas que cuentan los viejos del lugar a los jóvenes que se dejan la garganta en la cancha. 2-1 venció el PAO, que sigue segundo pero ahora a tan solo 3 puntos de su eterno rival, un Olympiakos al que no le está yendo tan bien éste curso como en el anterior, cuando a su dominio aplastante en Grecia sumó un fantástico recorrido por la Champions. Se reabre la Superliga griega, ¿podrá mantener el pulso Panathinaikos?


Nuestra última cita en el Viejo Continente nos lleva a la siempre ardiente Saint-Étienne, ahí donde la hinchada de Les Verts ruge con fiereza, especialmente cuando los visita un grande. Con el orgullo presente por ser los máximos vencedores históricos de una Ligue 1 que no conquistan desde 1981, los locales necesitaban de forma imperante los tres puntos tras una pobre racha liguera de cinco encuentros consecutivos sin ganar, lo que les había relegado a la quinta posición entre Mónaco y Girondins, abriendo brecha con los de arriba.

Por su parte el Olympique Marseille llegaba en una tesitura parecida pero con una mejor clasificación. Dos empates seguidos les habían hecho alejarse del liderato en favor del O.Lyon, que además había ganado su partido de la jornada por lo que añadía más presión a los sureños. Era, por tanto, un duelo en el que ambos conjuntos llegaban muy necesitados.

Tras un primer tiempo sin goles un penalti transformado por Gradel adelantó a los del Ródano. Comenzaban pues las hostilidades, con casi una hora de retraso pero a tiempo de brindar un gran espectáculo. Entonces hizo aparición un protagonista inesperado, el joven punta belga Michy Batshuayi, al que Marcelo Bielsa dio entrada en el 63' para que un minuto más tarde igualase la contienda merced a una gran maniobra en el área y apenas en el 67' sellase el 1-2 que daba la vuelta al envite.A eso se le llama tener impacto. Pero como el OM es más irregular que la previsión climatológica volvió a sucederles lo mismo que la semana anterior, cuando les empataron en el descuento. El turco Erdinç salvó un punto para el Saint-Étienne pero desesperó a Bielsa, que ha perdido en sendos descuentos cuatro unidades en apenas siete días. Justo la distancia que les separa del liderato.

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